En la tarde del domingo 7 de enero, la Comisión Electoral anunció que suspendía las elecciones "hasta nueva convocatoria", a lo que siguieron declaraciones confusas sobre la posibilidad de celebrar una elección con voto secreto (es decir, no por aclamación) en Villa Fátima y, en el caso de Regionales con dos candidatos, ambos podrían ir en la papeleta. Poco después, la Comisión de Vigilancia anunció que las elecciones no se suspendían y que se celebrarían al día siguiente, tal como se había acordado, postura que fue apoyada inmediatamente por otras Regionales. Al parecer, la suspensión declarada fue una estrategia del presidente Omar Quispe y su seguidor Gonzalo Viscarra, representante de Arapata, para lograr que la mayoría de los afiliados no acudiera a Coripata, creyendo que la elección había sido suspendida, y sólo los cómplices, es decir, la minoría de simpatizantes del gobierno, acudieran a votar por Acuña. Las bases sí acudieron en masa a Coripata, aunque no hubo control de carnés como se había prometido, ni el directorio de Machicado se hizo presente para dar su informe de salida. Tampoco estuvo presente la comisión fiscalizadora, que se quedó en las oficinas de La Paz por si los amenazados con procesos penales trataban de aprovechar que todos habían ido a Coripata para allanar y robar las pruebas de sus fechorías. Omar Quispe dirigió los procedimientos, a pesar de haber sido rechazado dos veces por su propia Regional Coripata, e ignorando los gritos desde la cancha para que sea reemplazado por su vicepresidente William Luna (en representación de Irupana).
Los disturbios empezaron con la presentación de los candidatos, primero con los de Milluguaya, que tenían dos candidatos, peleándose entre ellos hasta que uno aceptó renunciar. Cuando apareció Rimber Acuña, la gente empezó a lanzar botellas de plástico vacías y a intentar asaltar el escenario, y tres veces se lanzaron granadas de gas lacrimógeno a la multitud que iba de un lado a otro. Finalmente, llegaron a la aclamación. Lizette Torres, candidata por Coroico y la única mujer presente, recibió un apoyo masivo, seguida de Freddy Quispe de Asunta. Pero a la hora de anunciar los resultados, Omar Quispe insistió en declarar que Rimber Acuña había ganado el segundo lugar. Se desató una revuelta (durante la cual Rafa Sánchez, el ex Secretario Ejecutivo de la federación de mujeres de Asunta, subió al escenario y vistió a la fuerza a Omar Quispe con una pollera, la tradicional falda de mujer) hasta que William Luna finalmente tomó el micrófono y anunció que Lizette Torres era Presidenta y Freddy Quispe, Vicepresidente. En ese momento declaró que Rimber Acuña había ganado el tercer lugar y sería Secretario Permanente.
La siguiente etapa era la posesión (juramentación) del nuevo directorio, que se realizaría en la llamada Planta Piloto, un edificio de dos plantas medio abandonado en la localidad de Coripata, que habría sido la sede de una fábrica para "industrializar" productos a base de hoja de coca. Allí acudieron seis de los siete candidatos proclamados, menos Rimber Acuña, pero la Comisión Electoral había desaparecido. Al parecer habían sido ahuyentados o habían huido en las revueltas que continuaron tras el anuncio de Luna. Finalmente, William Luna y otros fueron localizados, menos Omar Quispe, y Luna posesionó a los seis presentes, con el ausente Acuña degradado al séptimo cargo (Secretario de Prensa y Propaganda). Ya habían circulado rumores de que un contingente policial estaba en camino desde La Paz, supuestamente para intervenir y forzar el nombramiento de Acuña como Vicepresidente. En ese momento apareció un ruidoso grupo desde la dirección de la comunidad de Anacurí, notorio bastión del MAS en Coripata, gritando "¡Posesión, posesión!", y entre ellos Acuña y Omar Quispe (que es yerno de Anacurí). Empezaron a volar palos, piedras y gases lacrimógenos. Torres y el resto de su directorio fueron puestos a salvo en diferentes direcciones por sus partidarios. Los partidarios de Acuña se retiraron a una pequeña plaza cerca de Anacurí, donde Quispe le tomó juramento como Vicepresidente, flanqueado por los rechazados Mateo Mamani, de Chulumani, y Alan Jallurana, de Arapata. Para entonces había caído la noche y la policía llegó por fin, sólo para encontrarse con que los alborotadores se habían dispersado y no había necesidad de que actuaran.
Uno de los defectos -o ventajas, según se vea- de la votación por aclamación, es que es perfectamente posible que una persona vote levantando la mano por más de un candidato. En Chulumani, por ejemplo, en una reunión encabezada por su Comité ad hoc se acordó votar tanto por Lizette Torres como por Freddy Quispe (los aún fieles al directorio rechazado, en Coripata, se vieron con el grupo de Rimber Acuña). La razón por la que Torres recibió un apoyo tan masivo es que, en la cultura andina, las mujeres son las responsables de administrar el dinero y los recursos del hogar, mientras que los hombres son considerados incompetentes en el manejo del dinero. Dado que los errores de los anteriores directorios siempre se habían centrado en sus malos manejos financieros, la idea era que con una mujer al frente ADEPCOCA pondría por fin en orden sus finanzas. Sin embargo, ADEPCOCA tiene que abarcar mucho más que cuestiones de cómo administrar sus ingresos institucionales. La coca es una ‘papa’ caliente política incluso cuando el gobierno de turno no está dividido por sus propios conflictos internos.
Otra de las críticas al directorio de Machicado fue que tenían reuniones y negocios privados con el gobierno a espaldas de los miembros de base, o incluso a espaldas de algunos miembros del directorio y/o de los representantes de las Regionales. Entre los cocaleros de base, y muchos de sus dirigentes también, existe una especie de paranoia generalizada, o sospecha permanente, respecto a cualquier reunión que puedan tener sus dirigentes con miembros del gobierno, excepto si esas reuniones se dan en el contexto de una asamblea masiva donde se pueda ver y escuchar todo lo que ocurre, lo que obviamente no es una posibilidad realista en la mayoría de las situaciones.
Una idea relacionada, sobre todo con respecto a los representantes de las organizaciones paralelas progubernamentales, es que el mero hecho de participar en una reunión con ellos y estrecharles la mano, significa que uno los ha "reconocido" y aceptado. A nivel provincial, por ejemplo, esta actitud bloqueó cualquier intento de reunirse con sus dirigentes para buscar alguna forma de solucionar un conflicto cuando se organizó por primera vez la Federación paralela en Chulumani (2018): la propuesta fue rechazada insistiendo en que por el solo hecho de contactarlos e invitarlos a reunirse, los estábamos 'reconociendo' (como teniendo algún tipo de legitimidad).